3.7. Figuras de Acámbaro México
- Jaime Vergara J
- 11 ene 2017
- 5 Min. de lectura
Las piedras de Ica desconciertan a cualquiera, dejan mudos a arqueólogos y antropólogos, plantean inquietantes incógnitas sobre la evolución de la vida en la Tierra pero sobre todo ponen en entredicho las fábulas que se repiten, generación tras generación, insostenibles y solapadas de una historia maltrecha y ultrajada por la deliberada intención de ocultar las pruebas, tergiversar los eventos o desacreditar cualquier conjetura marginal sobre otras posibilidades de interpretar los acontecimientos de remotos pasados.

La obcecación intelectual del paradigma impide una solícita reflexión de la historia y arrastra al ser humano a un callejón sin salida cuando se plantea alternativas de interpretación de los hechos. Así mismo sucedió cuando Copérnico y luego Galileo cuestionaron con rigor no solo el geocentrismo a sabiendas que sus vidas peligraban por el vasallaje impúdico de la Iglesia Católica, sino que confirmaron que la perseverancia del espíritu humano puede más que la arrogancia del poder para mostrarnos la veracidad de los hechos.
La aparición de las piezas de Acámbaro vuelve a incomodar al dogma acreditado y esta vez se ensaña con vulgares rabietas que más bien en lugar de dar mérito a toda la acumulación del acervo científico y tecnológico del siglo XXI, apuntala un ridículo paroxismo, como si el humano aún durmiera el sueño de opio. En esta oportunidad no solo se desestiman las dataciones de las piezas sino que se rechaza de plumazo la investigación con argumentos espurios y muy mezquinos.

El comerciante y arqueólogo alemán Waldemar Julsrud por allá en 1945 afincado en la población de Acámbaro en el estado de Guanajuato, México en un paseo rutinario a caballo localiza una extraña pieza de arcilla semienterrada y acude por su vocación innata a desenterrarla y analizarla y claro, quedo pasmado con la extrañeza de esa figura nada común de las que había visto antes. Ante tal hallazgo, nuestro explorador pensó que podía haber más y así fue. Sus colaboradores emprendieron la búsqueda minuciosa de otras piezas que iban apareciendo poco a poco y la sorpresa fue mayúscula al percatarse que en la región se hallaban no cientos sino miles de figurillas, así que optó el señor Julsrud por ponerle precio a cada unidad, por cierto muy ridículo y de esta forma se aseguraba que iba a coleccionar un gigantesco repertorio de insólitas e inexplicables piezas que son el objeto de esta investigación
Las figuras

Se han extraído a la fecha más de 32.000, no se logra precisar la última cifra, muchas de ellas han desaparecido, robadas o estropeadas, el hecho es que de no ser por la tenacidad de Juslrud de retener las piezas en un museo nada sabríamos de ellas hoy. Por supuesto las autoridades poca atención le prestaron y lamentablemente poco a poco se ha ido perdiendo una evidencia muy concreta que podría, dar al traste la historia intencionalmente manipulada.

Son figuras de barro de variadas formas y motivos de seres y animales, también encontramos vasijas y raros objetos que nos recuerdan a ovnis. Su elaboración es algo tosca, los personajes son algo grotescos no reflejan las característica culturales de las comunidades indígenas a quien pueden asimilarse, en este caso la cultura preclásica de Chupícuaro (800 aC-200 dC). Pero quizá lo que más llama la atención es la presencia de animales prehistóricos al modo de los que aparecen en las piedras de Ica. Podrá ser casualidad que en regiones distantes una de otra por 3.000 o más kilómetros se compartan estas excéntricas figuras?

Todas las imágenes son disímiles, es decir no se usó ningún molde para su elaboración lo que significan 32.000 motivos distintos. Quien se haya atrevido a intentar un fraude sería un artista a quien habría que darle un crédito inclusive mayor que Leonardo Da Vinci por su desbordante creatividad. Además, Julsrud jamás quiso vender una sola pieza y quienes piensan en un posible timo no encontrarán argumentos válidos: nadie con una idea medianamente mercantil compraría mercancías a bajísimo precio para amontonarlas en un polvoroso rincón, recordemos que el aventurero alemán era comerciante

El Instituto Smithsonian que cuenta con colosales recursos económicos privados y que ya se había caracterizado en otros eventos de tipo arqueológico por encubrir o falsear los hallazgos donde casi siempre juega un inusual y extraño protagonismo se presentó al museo en alusión donde tachó a rajatabla de “ridículos y falsos” los descubrimientos sin ni siquiera tocarlos. Aparentemente este instituto representa a la ciencia oficial y su dictamen puede tomarse como dogma así que la arqueología, una de las ciencias más retrógradas, puede sentirse segura que el “sumo sacerdocio” ha prodigado la santa bendición al “fraude” y por consiguiente no cabe querella alguna.

A pesar de este desplante Julsrud envió unos fragmentos al laboratorio de Isótopos Inc. de New Jersey y otras piezas se remitieron a la Universidad de Pennsilvania, las fechas de datación no son precisas pero oscilan entre1.000 a 6.000 años adC y por más joven sea su antigüedad, hace 1.000 años nadie en este planeta podía tener una mínima idea de la fisonomía de un dinosaurio, como vimos anteriormente.
Dos criptozoólogos Patton y Swift identificaron una enorme cantidad de especies de saurios en la colección de Acámbaro: Braquiosaurio, Dimetrodonte, Estegosaurio, Iguanodonte, Leviatán, Plesiosaurio, Pteradononte, Rinocephalia, Strathiomimus, Tiranosaurio Rex, Triceratops, y muchos otros aún sin identificar. Extenso es el catálogo, inverosímil la presencia de estos en México donde pocos rastros de los gigantes se han encontrado, pero están allí, a la vista de todo el mundo, desafiando cualquier formato de historia que se le quiera dar, ahuyentando las miradas ofensivas de los genios oficialistas de una ciencia caduca, obsoleta o quizá alcahueta como lo es la arqueología.

Mencionamos el estegosaurio, el “lagarto con tejado” por su peculiar cresta, cuadrúpedo herbíboro del Jurasico de hace 150 millones de años que muestra su perfil aquí en la indomable América que se niega mostrar sus ocultos misterios a la humanidad. Pero aquí no acaba todo, a miles de kilómetros de México encontramos una de las mas grandes maravillas arquitectónicas del planeta (por cierto inexplicable fue su construcción) y el centro ceremonial mas grande del mundo: Ankor Wat
En la fachada de este templo budista (datado en el siglo XII dC., con muchas dudas) dedicado al dios Vishnu asoma la figura tallada de un anacrónico estegosaurio y de nuevo se agita el debate.Cómo es que aparece este animal prehistórico en sitios tan distantes diseñado en el marco de culturas muy diferentes unas de otras?

Aquí tenemos varios problemas a resolver:
1.- La datación de la extinción de los dinosaurios a causa del meteorito que cayó en la península de Yucatán (México) hace 65 millones de años puede ser muy imprecisa, de acuerdo a lo mostrado. El sapiens capaz de hacer representaciones pictóricas aparece, según la ciencia, hace 40.000 años con el hombre de Cromagnon, suponemos que es el mismo en realizar las primeras figuraciones artísticas que se conocen (Cuevas de Altamira y Lascaux hacia los 35.000 años atrás) La posibilidad de convivencia de hombres y dinosaurios acordes a esta lógica comparativa del tiempo es inadmisible.
2.- Pudieron haber sobrevivido algunas especies de saurios que mucho después pudieron tener contacto con el ser humano y que la ciencia no los tiene registradas.
3.- Alguien tuvo que ver a estos animales para poder plasmarlos en piedra o arcilla, significa que no son obra de la imaginación ni bajo los efectos de sustancias alucinógenas, las figuras son realistas y precisas.
4.- Dará lugar este fenómeno a especulaciones que nos dejen ver la posibilidad de viajes en el tiempo?
Acámbaro e Ica, la lejana Cambodia son mudos testigos de un enigma que de resolverse, obligaría a la humanidad a reescribir la Historia de la vida en nuestro planeta.

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