4.0 Aeronáutica en la antigüedad
- Jaime Vergara J.
- 18 ene 2017
- 6 Min. de lectura
Los Ooparts señalaron un camino de nuevos e intrigantes misterios que encierra la Historia de la humanidad y marcan una trascendente pauta para ir, con paciencia, ensamblando un complejísimo rompecabezas, cuyas piezas sueltas por aquí, por allá, de manera separada poco nos dicen y quizá no dejan de ser extrañas leyendas inventadas por mentes desequilibradas o tal vez provistas de una imaginación que desborda los límites de cualquier realidad.

El darwinismo no suministra las respuestas congruentes que se requieren para ubicar al hombre en su cronología correcta, en cuanto a su origen y evolución en nuestro planeta. Sencillamente solo es una teoría carente de sustento científico y que con el paso de los años va llegando a una rotunda desacreditación en la medida que aparecen nuevos vestigios que dan al traste con los postulados originales. Por otro lado, los increíbles descubrimientos en el campo de la genética de a mediados del siglo XX confirman que el asar no puede considerarse una variable válida para comprender la ecuación de la vida. El homo sapiens es mucho más antiguo de las fechas que fijan antropólogos y arqueólogos, así mismo, las dataciones fijadas distan mucho de corresponder a las circunstancias en las que se desarrolló el mismo.

El hombre de Cromagnon es solo un raro individuo referente, centrado en un maremágnum de embustes antropológicos que ya no se pueden sostener. Continuar este engaño resulta del todo caprichoso y aberrante en tanto el hombre del siglo XXI privilegiado con el vertiginoso avance de la informática que le proporciona todo un universo de información de fácil acceso, exige respuestas.
Por lo anterior, la investigación heterodoxa cobra cada vez mayor importancia y la ciencia contemporánea cede terreno. Las grandes potencias del planeta destinan ingentes recursos económicos en investigaciones que reditúen como lo son la industria armamentista, farmacéutica, energética, etc. Otros recursos que generalmente conforman gran parte del presupuesto negro de los países se dirigen a la conquista del espacio exterior con objetivos de muy dudosa naturaleza. O no hay interés alguno por escudriñar los secretos de la humanidad en su pasado o se intenta desviar la atención de la trascendencia del mismo con el fin de ocultar una historia “prohibida” para los siniestros dueños del mundo.
Que no se cuente con el aval de los centros más importantes de investigación en el mundo no es indicador legítimo que los descubrimientos arqueológicos realizados con bajos presupuestos y por personas que quizá en muchos casos no tengan la acreditación de renombradas instituciones de carácter científico no debe restarle validez. La verdad siempre será verdad aunque esté en desventaja, proclamaba Gandhi.
Diferentes razas procedentes de lejanos rincones del Cosmos han estado presentes en la Historia de la humanidad desde sus no esclarecidos inicios temporales. Ellos sembraron la vida en todos sus aspectos con simientes provenientes de sus logares de origen, creando condiciones para que nuestra tierra sirviera de hábitat a estos estrafalarios seres que llegaron con la intención de explotar nuestros recursos naturales. Para alcanzar ese fin se vieron obligados a manipular genéticamente un primitivo homínido que les sirviera de esclavos, posteriormente les instruyeron de forma controlada en artes básicas para la sobrevivencia, exigieron de éstos obediencia, implantaron el orden socio-político de sus planetas a los pueblos que se desarrollaron bajo su tutela y aunque abandonaron su creación provisionalmente, mantienen hoy en día a la humanidad bajo monitoreo permanente.

En estas contingencias el ser humano ha transitado miles o quizá millones de años, unas veces contemplando el florecimiento de sus civilizaciones, otras las destrucciones producidas por desastres naturales o por cruentas guerras no solo entre razas extraterrestres sino entre ellos mismos en una ensordecida lucha de intereses. Todos estos acontecimientos están documentados en textos en todas las culturas planetarias así continúen los necios en restarle el valor histórico que contienen. Y aunque los Ooparts vistos en el anterior capítulo significan rastros incuestionables de la presencia de civilizaciones con tecnologías inconcebibles, en el presente ahondaremos las pesquisas con otras evidencias más contundentes.
Vestigios de civilizaciones con tecnologías de vanguardia que hoy no logramos descifrar se asentaron por todo nuestro planeta, bien sea en Cambodia, Egipto o México, en Turquía o Sudamérica, los Cárpatos o Sudáfrica, sea donde sea la ciencia no logra entender (o lo esconden, que sería lo más probable) cómo se erigieron colosos de piedra que desbordan en belleza y habilidades técnicas de construcción. Pero quienes y con qué propósitos lo hicieron, es una pregunta difícil de contestar. Los nativos, si acaso pudieran haber servido de mano de obra, no contaban con los conocimientos de tan elevado nivel para alinear edificios de acuerdo con ciertas constelaciones celestiales, desviar cursos de ríos o construir gigantescos canales de irrigación. En las leyendas de los pueblos se conviene con mucha claridad: fueron los dioses, quienes llegaron de las estrellas. Entonces inferimos que astronautas de otros mundos en naves espaciales fueron los responsables de la creación de las distintas humanidades que han habitado el Planeta.
Considerando esta hipótesis comenzaremos a mostrar los rastros de aviadores o en su caso astronautas en remotos tiempos que aún subsisten en la superficie terrestre, más adelante y con el afán de apuntalar la premisa original del presente estudio mostraremos aparatos aeronáuticos que no debería estar en esos lugares, pero lo están.
La aeronáutica

A principios del siglo XX los hermanos Wright escriben una nueva página en la historia moderna del ser humano: fueron los primeros en desafiar la gravedad con un aparato de motor de explosión, nace pues la aviación y hoy por hoy este invento es de extrema importancia en la vida humana. No obstante, al margen de este acontecimiento aparecen señales inequívocas de máquinas voladoras y tripulantes de los más variados aspectos que hicieron presencia miles de años antes de la aparición del avión moderno.
Pudieron ser los llamados dioses de las culturas ancestrales astronautas que se movían a su antojo por nuestro planeta, e incluso fuera de él en sofisticadas naves espaciales? – todo nos indica que sí, de hecho también los textos sagrados nos refieren estas aventuras voladoras de los dioses, incluyendo la Biblia si es que osamos escudriñarla con ojos del siglo XXI, libres de prejuicios religiosos.

Prácticamente en todas las culturas alrededor del mundo cuando nos hablan de sus dioses, los describen casi siempre de la misma manera: Fueron seres sobrenaturales para los nativos que vinieron del cielo, eran sabios, nos enseñaron los oficios y un día se fueron pero prometieron regresar. En las leyendas americanas podemos señalar a Viracocha y Quetzalcoatl, hombres blancos, altos, barbados quienes hicieron presencia en sus correspondientes feudos, interactuaron con los nativos y un día cualquiera decidieron marcharse dejando a sus pueblos a la deriva. Las crónicas sumerias hablan de los Anunnakis, alienígenas procedentes de la constelación de Orión, responsables de la manipulación genética de los homínidos africanos. Los relatos sumerios son abundantes en eventos aeronáuticos ya que los autodenominados dioses se desplazaban en objetos volantes a su placer por el planeta supervisando labores en sus dominios o enviando minerales a su planeta de origen. La genial obra de Zecharias Sitchin describe con gran detalle estos eventos.
En la literatura hindú los “dioses” maniobraban en los cielos sus aparatos e inclusive los usaban para lanzar mortales rayos y otros artilugios letales contra sus enemigos. En Australia el rastro se evidencia de igual forma en pictogramas plasmados en cuevas al igual que en Norteamérica los indios Hopis representaron máquinas volantes y personajes con escafandras que nos recuerdan los astronautas actuales. En el arte antiguo japonés se registran figuras bastante llamativas y de fina factura haciendo gala de sus habilidades artísticas para perfilar naves y pilotos.

América no puede ser la excepción, la actividad aeronáutica deja sus huellas en estatuillas de arcilla, murales, y monumentales piedras esculpidas, ya sean en los legendarios México y Perú o en Colombia y Ecuador. Diera la impresión que en la antigüedad los pueblos estuvieran interconectados unos a otros, desarrollando actividades comerciales en intercambios de todo tipo, no cabe otro razonamiento posible al ver en uno u otro lugar señales culturales comunes que no sean equiparables con las condiciones del hombre contemporáneo en la concepción de una humanidad globalizada.

Para completar el cuadro que vigoriza las razones a pensar en la presencia de una aviación con sus características peculiares en los pueblos de la antigüedad no podían faltar las pistas o emplazamientos en los cuales los artilugios aéreos operaban para alzarse en vuelo o aterrizar. Por ello en este material incluimos las pistas de la meseta de Nazca en el Perú y la plataforma de Baalbek en el Líbano, en este caso se respalda la actividad con textos escritos hace aproximadamente 6.000 años que mencionan los hechos.
Dos aclaraciones preliminares han de tenerse presente al de abordar el presente tema:
1.- La datación de los objetos a destacar no es precisa pero aun asumiendo que superen mil años, lo que es muy razonable que así sea, no encaja en la cronología oficial, además en muchos de los casos los artefactos en nada se ajustan a su entorno cultural. Además, en el caso que las dataciones fueran correctas, no sobrará los acostumbrados “sabios” en tildar el descubrimiento como fraudulento o producto de la imaginación de los nativos. De antemano estamos prevenidos de tales argumentos.
2.- La arqueología encasillada en su paradigma dogmático, a la hora de referenciar un nuevo hallazgo cae en la trampa de un reduccionismo execrable en torno al tema religioso ya que para los representantes de esta ciencia cualquier vasija, estela, monolito, edificación no son más que objetos de culto ceremonial para atender los requerimientos de los distintos dioses que se dieron a adorar. No hay duda que la religión jugo un papel muy importante en sus culturas pero no necesariamente tenemos que reducirlo todo a esta materia. Las pirámides no se construyeron con oraciones ni sacrificios humanos sino con tecnología avanzada y conocimientos extraordinarios de matemáticas y astronomía
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