4.6. La nave de Ezequiel
- Jaime Vergara J
- 27 ene 2017
- 4 Min. de lectura
La aparición de seres celestiales que llegan en artilugios que casi siempre producen mucho humo y hacen ruidos ensordecedores los vemos en todas las escrituras sagradas. En el Pentateuco bíblico asoman gran cantidad de pasajes alusivos a este fenómeno que fueron escritos con la mentalidad de sencillos pastores para la gente de su momento. Pero quizá el caso más sobresaliente se encuentra en el libro de Ezequiel.

En el capítulo No. 1 del libro de Ezequiel el relato del profeta deja muchas inquietudes en relación con la “visión” que tuvo cuando estaba descansando en la orilla del Rio Quebar. Destacamos la palabra visión muy utilizada en la Biblia y que a mi entender no se trata de ninguna ensoñación sino una experiencia vívida con sus cinco sentidos activos. Transcribimos los versos 4 y 5: “Entonces vi que del norte venía un viento huracanado, de una gran nube salía un gran fuego como de relámpagos semejante al metal bruñido (muy brillante). El verso 5 nos dice: “y en el centro del mismo había algo parecido a cuatro seres con aspecto humano…”.

Luego, el relato da una descripción confusa del aparato piloteado por Yaveh, que será objeto de estudio de Joseph Blumrich.
El verso 22 destaca una característica adicional al encuentro: “Por encima de sus cabezas (habla de los seres) se veía una especie de bóveda, brillante como el cristal.” Clarísimo que eran cascos de astronautas!
Sería muy extraño si fuera una narración aislada en este libro sagrado, pero en muchos de sus relatos, la Bíblia nos está insinuando naves, aparatos extraños, seres extraterrestres que son llamados habitualmente “ángeles” (al leer el episodio de Sodoma y Gomorra los tres “ángeles” que se le aparecen a Abraham no dejan la menor duda que son seres de carne y hueso). Pero, por ahora volvamos a la visión del patriarca.
El raro objeto que aparece ante Ezequiel fue analizado fue interpretado por el ingeniero aeronáutico Joseph Blumrich de la NASA (foto 60) y su deducción fue muy simple: lo que vio este profeta fue una nave espacial y la dibujo así:
Veamos otros detalles del relato, que condujeron a Blumrich a sacar tan asombrosa conclusión que por cierto es ampliamente compartida por cientos de investigadores amantes del misterio, entre los cuales me encuentro yo. Cuando una opinión es ampliamente participada y aceptada debe contener rasgos de credulidad que, como mínimo, estimulan la imaginación del público, además, con anterioridad anotamos es imprescindible mostrar una actitud abierta y crítica cuando nos topamos con eventos de esta naturaleza en las escrituras llamadas sagradas.

La hipotética nave es llamada, al pobre entender de los escritores arcaicos como “Gloria de Yaveh” o “Poder de Dios” según la respectiva traducción del texto bíblico. Es una denominación pueril y muy ceñida al carácter devoto de asociar cualquier cosa desconocida para ellos a su dios, como por ejemplo llamar “Ira de Dios” a una tormenta eléctrica. Porque qué otro término podía utilizar Ezequiel para describir algo que nunca había visto antes hace más de 2.500 años en un polvoroso y desolado lugar sin ser una persona que demostrase una mediana cultura? Veamos pues algunas citas reveladoras:
Ezequiel 1/15: “Miré a aquellos seres y vi que en el suelo, al lado de cada uno de ellos había una rueda. Las cuatro ruedas eran iguales y por la manera en que estaban hechas, brillaban como el topacio. Parecía como si dentro de cada rueda hubiera otra rueda. Podían avanzar en cualquiera de las cuatro direcciones, sin tener que volverse.
Ezequiel 1/16: “Vi que las cuatro ruedas tenían sus aros y que en su derredor estaban llenas de reflejos. 17. Cuando aquellos seres avanzaban también avanzaban las ruedas con ellos y cuando los seres se levantaban del suelo también se levantaban las ruedas.
Ezequiel 2/13: “El ruido lo hacían las alas al rozarse unas con otras y las ruedas que estaban junto a ellos; el ruido era como el de un gran terremoto”

Algo burda la delineación del aparato, apenas correspondiente al espíritu de la época pero con una imaginación aceptable se puede inferir que lo que Ezequiel ve no corresponde a ningún artilugio del momento, Sigamos con otras citas más significativas:
Ezequiel 10/4: “Entonces la gloria del Señor se elevó de encima de los seres alados y se dirigió a la entrada del templo y la nube llenó el templo…5. El ruido que hacían las alas de los seres alados se oía hasta en el atrio exterior”
Ezequiel 10/18: “Entonces la gloria del Señor se elevó de encima del templo y se colocó sobre los seres alados.”
Ezequiel 11/1: “El poder de Dios me levantó y me llevo hasta la entrada oriental del templo”

Ezequiel 11/22: “Los seres alados levantaron el vuelo y las ruedas los siguieron. Entonces la gloria de Dios que estaba encima de ellos se levantó y se alejó de la ciudad yendo a colocarse sobre el monte que está al oriente de la ciudad”.
Resumiendo: Seres alados visibles (los ángeles son incorpóreos hasta donde yo sé), ruidos que hacen las “alas”, además “nubes” que cubren el templo, desplazamientos locales de la “gloria” y hasta traslados fuera del sitio donde se encuentran (monte del oriente). No se requiere ser ingeniero para adivinar la naturaleza del aparato en el que se mueve de un lado a otro el dios Yaveh, tampoco se requiere ser teólogo para darse cuenta que Dios no necesita aparatos ruidosos y humeantes para mostrarse a los humanos. Por esas razones se puede colegir que el ingeniero Blumrich no escribió su libro “La nave de Ezequiel” bajo los efectos de ninguna sustancia alucinógena.

Hay muchos otros eventos bíblicos que dejan mucho que pensar y por supuesto no detallaremos en este capítulo, pero dejo la inquietud sobre unos “carros” de fuego que se llevaron a los profetas Elías y a Enoch a los cielos.

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