4.1- Astronautas en arcilla y piedra
- Jaime Vergara J
- 20 ene 2017
- 4 Min. de lectura
Autores como Peter Kolosimo, Erick Von Daniken, Charles Fort y otros muchos investigadores fascinados por los secretos ocultos de la humanidad, emprendieron una tenaz aventura indagadora por todo el Planeta para proponer al final que seres provenientes del espacio han estado presentes en todos los eventos de la historia humana. Las traducciones de las tablillas cuneiformes sobre la presencia de los Anunnaki y el desarrollo de la humanidad a partir de la creación del hombre contemporáneo, realizadas por el autor de origen ruso Zecharias Sitchin dan sustento con solidez a la teoría de los antiguos astronautas. Estos seres sembraron y desarrollaron culturas a lo largo del planeta y dejaron sus legados tecnológicos, médicos, artísticos, etc, favoreciendo la evolución de las diferentes civilizaciones que tuvieron las particularidades propias del entorno donde se asentaron, ellos fueron llamados dioses por los nativos.

El arte forma parte de ese legado y sus manifestaciones se reflejaron en piezas de arcilla, piedra o en impecables dibujos dentro de cavernas. El muestrario de estas obras aunque no es muy grande si es bastante representativo de la necesidad del hombre de plasmar de cualquier forma el entorno que lo rodea, la fauna propia de cada región, rutinas diarias de sus actividades, bien sea cultivo y recolección de sus cosechas, domesticación de animales, ceremonias de tipo religioso, etc. Es destacable el realismo de su arte y la habilidad de su confección. Y por supuesto, no dejaron de modelar a sus “dioses” como seres extraordinarios que fungían como sus protectores.
La antigüedad de las piezas es variable pero todas ellas fueron encontradas en entierros o sitios ceremoniales y ello nos lleva a pensar que formaron parte de la tradición legendaria de depositar al lado del difunto sus pertenencias más apreciadas para que les acompañen en su vida al mas allá.

En algunos museos de Ecuador surgen estos personajes con indumentarias nada correspondientes a sus tradicionales trajes ceremoniales, en la época precolombina no se conocía el pantalón, todos ellos con cascos en sus cabezas y ataviados con extraños dispositivos técnicos en su pecho en uno de los casos, en otro como si dispusiera en su boca de un conector de respiración.

Comparese esta imagen de astronauta moderno con las anteriores, las diferencias que pudieran darse radican en la calidad de las imágenes, las primeras son estatuillas de arcilla de mucha antigüedad y deterioradas con el pasar del tiempo, la última es una foto tomada con un aparato tecnológico de finales del siglo XX.
Mesoamérica es una de las zonas más ricas del mundo en materia de arqueología y de no ser por tanto encubrimiento quizá tendríamos una visión más completa de nuestro pasado como raza humana. Es tan poco lo que sabemos de sus culturas, tradiciones, conocimientos tecnológicos de construcción de tan espectaculares complejos arquitectónicos, de su avanzadísimos conocimientos del cosmos que nos sobrecoge por la insuficiencia de información disponible. México exhibe con orgullo en sus entrañas a una civilización que en su momento fue una de las más cardinales del mundo y es poco lo que se ha explorado allí o mejor dicho lo que se le ha permitido al investigador con consciencia indagar allí.
Tres son las muestras tal vez irrisorias pero de mucho impacto para abrir nuestra mente a las nuevas posibilidades que aquí nos atañen. El primer caso es el llamado astronauta de Tlapacoya, Veracruz
Los personajes aparecen con gafas montadas en sus frentes tal como el piloto moderno de la foto central.

El segundo ejemplo nos refiere a un pueblo que existió y así mismo desapareció de una manera misteriosa en México: los Olmecas.

Nos concentraremos solamente en los colosos de piedra acordes con nuestra temática, dejando a un lado la visión antropológica de esta cultura que según nos relata la historia oficial, apareció hace 3.000 años y es conocida como la madre de las culturas de Mesoamérica. Estas cabezas son 17 y pueden llegar a pesar entre 40 y 60 toneladas que en ocasiones tuvieron que ser transportadas cuesta arriba a distancias de hasta 60 kilómetros. Nadie da explicación alguna cómo lograron esta proeza.

Dos aspectos son relevantes en estos monolitos: por un lado aparecen con casco y por otro la fisonomía de los hombres que las llevan son inequívocamente negroide. Nótese aquí las incongruencias típicas de la ciencia ya que los negros fueron conocidos en América con la llegada de los conquistadores españoles y la utilización de los mismos como esclavos en los cultivos de caña y en las minas, así mismo si los Olmecas fueron la cultura “madre” tendríamos que asumir que el indígena americano evoluciona del negro? Algo no calza, sin embargo solo nos atrevemos a decir que los personajes en mención usan cascos.
Otras de las muestras que sorprenden la encontramos en Colombia, aunque no se precisa a que cultura correspondió esta estatuilla ni que antigüedad tiene. El colocar a su lado una foto de astronauta actual solo es con fines comparativos y visuales: el parecido es verdaderamente sorprendente pero además se destaca el volumen de las piernas del astronauta precolombino si se les compara proporcionalmente con el resto de su cuerpo, sus miembros inferiores están “hinchados”. Y es que no es para menos ya que este efecto en términos de la navegación espacial, se logra cuando un sujeto está bajo la acción de la ingravidez en el espacio.

En Ecuador y Turquía, Norteamérica o China, inclusive en Japón siempre tenemos la misma constante; un arte incomprendido y desacreditado pero representativo, directo y simple que deja poquísimas dudas de su significado, claro está si estamos dispuestos a contemplarlo con mente abierta. Se muestran a continuación otras piezas y usted juzgará por sí mismo, en nuestro caso solo proponemos una hipótesis que ojalá despierte el campo de conciencia para evitar caer en el engaño de la Historia milenaria de la Humanidad.

La ciencia no ofrece ninguna explicación sobre esta indumentaria que, definitivamente no corresponde a la cultura precolombina ni en casos de rituales religiosos. Si dejáramos a un lado las otras evidencias podríamos entrar a sospechar sobre los trajes. Pero no, entraremos en detalle de otras anomalías no menos maravillosas. Todo encaja como un puzle.

댓글